En los últimos 10 años el país ha subido 20 posiciones en
el Doing Business del Banco Mundial, la inversión extranjera casi se duplicó en
la última década y estamos a punto de ser aceptados en la Ocde.
Hemos superado con notas aceptables la crisis del
petróleo a pesar de no contar con Venezuela, otrora nuestro gran socio
comercial. Todo esto, además, en un ambiente de agresiva confrontación
política.
Ciertamente tenemos problemas, casi todos ya
identificados y la mayoría bien diagnosticados. ¡Lo que hay que hacer es actuar
pronto!
Competitividad
En la última medición de competitividad del foro
económico no nos fue bien. Aunque no es una tragedia, ni mucho menos, los
resultados sí son decepcionantes: retrocedimos del puesto 61 de 138 en el 2016,
al lugar 66 de 137.
Tuvimos mejoras en salud, educación primaria y educación
superior. Algo subimos en innovación, lo que es destacable.
Este ranking es un 70% de percepción y los empresarios
que respondieron la encuesta le dieron muy mala nota al país en corrupción y en
impuestos y sienten cierta hostilidad en el frente laboral por su
inflexibilidad y por medidas recientes.
El ambiente macroeconómico descendió un poco, por el
déficit del Gobierno. Se nota una pérdida de confianza del empresario en el
Estado y sus instituciones.
¿Hay que reinventar el Estado? Habrá que ver… En
el caso de Colombia, esta última medida va muy mal ya que solo superamos en el
escalafón de instituciones a 20 países y nos parecemos más a Camerún,
al Congo y a Mongolia.
La eficiencia de mercados va en retroceso, somos 126 en
importaciones sobre PIB y aunque las exportaciones han crecido, también estamos
en los últimos puestos. Hay que reconocerlo, nuestro comercio internacional es
lánguido, somos más cerrados de lo que pregonamos.
La competitividad y sus elementos son determinantes para
el crecimiento económico, y en particular importa la productividad. Pero el
Estado, conspira contra esta. Al Estado disfuncional que tenemos hay que
hacerlo eficaz para que genere confianza y que los mercados, en consecuencia,
sean más eficientes.
Productividad
Tenemos
unas 50 empresas, entre medianas y grandes, cuya productividad crece en
promedio un 2% al año. Son de diferentes sectores, pero todas, sin excepción,
están expuestas a la competencia porque fueron parte de la apertura de los 90
que quedó inconclusa.
Compiten
en todo el mundo, son modernas, y la mayoría no recibe mayor ayuda del Estado.
Por el contrario, les carga la mano en impuestos y trámites.
Al
próximo gobierno le tocará hacer una buena reforma arancelaria para que el
comercio internacional sea un factor de crecimiento.
La
informalidad es un problema serio que no hemos enfrentado con decisión, ni con
las herramientas adecuadas. Llegó la hora de proponernos metas logrables,
ambiciosas y comprometernos con resultados, reduciendo los muchos factores de
Estado que empujan a la informalidad a las empresas.
Qué hacemos
Llegó
la hora de que el Gobierno focalice sus esfuerzos ofreciendo, por ejemplo,
créditos favorables para financiar la adopción de tecnología de punta midiendo
la mejora en la productividad con datos precisos y con metas a largo plazo. La
falta de crédito, formación técnica e investigación, son las fallas de mercado
más frecuentes que una política productiva debe suplir.
Es
indispensable que el Estado tenga la capacidad real de ejecutar eficazmente
estos planes. Podríamos integrar una junta permanente con el Gobierno, con
tareas precisas, para hacer seguimiento trimestral a estos indicadores.
Corrupción
Es
un serio problema que atasca nuestro desarrollo, pero creo que estamos
equivocando esta lucha que es reactiva, casi histérica, mediática e ineficaz.
Sacar más leyes siguiendo un viejo fetiche y aumentar penas con rabia no es el
camino. Llegó la hora de entender que la corrupción se enfrenta con otro tipo
de medidas, sin abrumarnos con decretos y prohibiciones.
Sería
bueno echar mano de tendencias modernas como la economía del comportamiento que
ha merecido en los últimos 10 años dos premios Nobel. Apela a la psicología y a
otras ciencias, para persuadir y modificar conductas con muy buenos resultados.
Educación
Este
gobierno puso a la educación en el primer lugar de la agenda, su presupuesto es
el más grande de todos y programas como TAP y Ser pilo paga han sido exitosos,
pero a pesar de mejoras en las pruebas Pisa y Saber, hay que profundizar la
capacitación de docentes y la medición efectiva de su desempeño. Llegó la hora
de pagarles muy bien, pero pedirles resultados a cambio. También de revisar si
un buen un currículo único es necesario, quienes lo tienen logran buenos
resultados.
Llegó
la hora de acelerar la educación en la primera infancia en la que se ha hecho
una buena tarea con pocos recursos y mucha dedicación. En la reforma al sistema
de participaciones es urgente asignarle los recursos que necesita para que
tenga una fuente recurrente. La primera infancia tiene los mejores réditos
sociales y debe tener cobertura universal.
Es
hora de darle continuidad a la jornada única, que también debe ser una
prioridad del próximo Gobierno.
Política
Muchas
de las decisiones y reformas que se requieren para tener un mejor país muchas
veces no se toman porque la política, al igual, que la justicia se han
degradado a niveles inaceptables.
Un
cambio que debería imponerse es el de asignar los cupos indicativos. Los entes
regionales de planificación deberían ser una instancia técnica en la que se
decidan estas inversiones.
En
cuanto a la justicia no creo que sean posibles reformas maximalistas, absolutas
e inmediatas.
Paz
Para
hacer seguimiento a los acuerdos de la Habana el CPC lideró la creación del
Consejo Empresarial por una paz sostenible, al que dedicamos este año grandes
esfuerzos.
No
todos los miembros de este Consejo votaron sí a los acuerdos. Pero todos
coincidimos en que hay que estar atentos a que en la Ley de tierras, no queden
resquicios que pongan en duda la propiedad privada bien habida. No creo que la
JEP, sea el monstruo que algunos dicen. Confío en que solo aplicará a quienes
determinantemente patrocinaron crímenes atroces, o a los particulares que por
conveniencia acudan a ella.
Llegó
la hora del Estado efectivo que cumple y se acerca al ciudadano, que a su vez
debe entender sus derechos y deberes. Una buena prueba será el acuerdo de la
Habana que está firmado y hay que cumplirlo.
Llegó la hora del
optimismo realista, ya no hay Farc, no hay excusas, no hay bonanza petrolera, y
nos toca ser productivos con metas concretas”. Hay más.-