Contaminación Ambiental - Cambio Climático - amadoucrosnoticias.blogspot.com


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TRAS LA HUELLA DE CARBONO
Amylkar D. Acosta M[1]
“Los sobrevivientes no serán los más inteligentes y capaces, sino
                                                                                  quienes se adapten mejor al cambio” Charles Darwin

EL CAMBIO CLIMÁTICO: UNA REALIDAD
Aunque aún quedan escépticos que se resisten a creer y a aceptar que el fenómeno del calentamiento global es una pungente realidad, esta le da cada día más la razón al Panel intergubernamental de expertos sobre cambio climático (IPCC) de las Naciones Unidas. En su 5ª versión revelada recientemente en Berlín Cambio climático 2014: energía renovable, advierte que cada día son más frecuentes y severos los fenómenos extremos de las sequías, las olas de calor, las inundaciones y mayores sus estragos sobre el acceso al agua, a la salud, a la energía y a los alimentos.
              Amylkar Acosta - Min minas
                                        
Concluye diciendo que “viviremos un clima cada vez más hostil” y plantean un panorama que tiende a ser catastrófico “si no se actúa a tiempo para reducir las emisiones de dióxido de carbono”. Y ello es así, porque está comprobado que existe una gran correlación entre la concentración de CO2 en la atmósfera y la temperatura.


En su primer reporte  en 2007 el IPCC sostiene que el calentamiento se debe, con un 90% de certeza, a la actividad humana”, cuando para el 2001 el nivel de certeza era de sólo el 61%; esta vez, en su más reciente reporte, reconocen que es tal la evidencia que se atreven a asegurarlo con un 95% de certeza (¡!). Por ello se habla de las causas antropogénicas del calentamiento global, atribuible a la actividad humana. Para ilustrarlo digamos que mientras los cinco continentes al tiempo que liberan espontáneamente 60 giga toneladas de carbono por año capturan 63; entre tanto los océanos liberan 90 giga toneladas de carbono por año y absorben 91.7. Al final el saldo neto es positivo ambiental mente, pues estamos hablando de una reducción de la concentración de carbono en la atmósfera de 4.7 giga toneladas/año; pero, esta se ve contrarrestada por las 8.7 giga toneladas de carbono que se emite cada año por cuenta de la actividad humana. 
Bogotá  contaminada - Foto G. Díaz MD
 
 Ello explica el efecto acumulativo de 4 giga toneladas/año netas de mayores emisiones por parte de la industria, la agricultura, la ganadería, la minería y en general las actividades que demanda la sociedad moderna 
Según estimaciones del Panel de expertos de la ONU la agricultura es responsable de cerca del 14% de las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y a ellas se vienen a sumar las de la ganadería lo es del 18% de las mismas. Según un Informe reciente de la FAO, las emisiones de GEI por parte del sector agropecuario sumaron las 10.000 millones de toneladas de emisiones de CO2 anuales, duplicándose en el transcurso de los últimos 30 años. La tendencia es hacia un escalamiento de tales emisiones, pues en los últimos 10 años las emisiones anuales del sector agropecuario se incrementaron un 14% al  pasar de 4.700 millones de toneladas de CO2 en 2001 a 5.300 millones de toneladas en 2011. Es de resaltar que el 39% de estas corresponde a la fermentación entérica, esto es al metano producido por el ganado durante la digestión y que es expulsado al eructar. En Colombia específicamente, según el IDEAM, para el año 2004 la sumatoria de las emisiones de GEI por cuenta de la actividad agrícola con las provenientes del uso del suelo, cambio de uso del mismo y la silvicultura superaron el 50%.
También es motivo de preocupación para los expertos de las Naciones Unidas el peso cada vez mayor que va cobrando la generación de energía en los registros de las emisiones de dióxido de carbono. De acuerdo con las cifras del Informe Stern en 2006 la energía contribuía con el 24%, ya para el 2011 la Agencia Internacional de Energía (AIE) le atribuía el 41% y en este Informe del IPCC este porcentaje es del 47%. A ello contribuye en gran medida al gran consumo de carbón para la generación de energía en las centrales térmicas, por ello se sigue con gran interés aquellos desarrollos tecnológicos tendientes a mitigar su impacto. Es así como en China, en donde el 77% de su generación proviene de plantas fogueadas con carbón térmico, una de sus centrales de generación logró la captura de las emisiones de dióxido de carbono a un costo de US $39/tonelada, todavía muy alto con relación a otras alternativas para reducir sus emisiones, pero constituye un avance. Por su parte el transporte que participaba en 2006 con el 14% en el Informe Stern y 23% en 2011 en el de la AIE, ahora registra el 11% en el Informe del IPCC, aunque hay que denotar que este sector consume más del 70% de todos los derivados del crudo que es de origen fósil. Por su parte la industria ha venido ganando participación, desde el 14% pasando por el 20% hasta llegar al 30% para los mismos años y según las mismas fuentes. 
Transporte  Pesado
 
Para Ottmae Edenhofer, copresidente del IPCC, “hay un claro mensaje de la Ciencia: para evitar una interferencia peligrosa con el sistema climático, tenemos que dejar de seguir operando igual”. Al paso que vamos, nos dirigimos con los ojos abiertos camino al precipicio, pues, según el Informe del IPCC, en la última década las emisiones han aumentado 10 giga toneladas equivalente, más que en cualquier década anterior desde la era preindustrial. De lo que se trata, entonces, es de evitar a toda costa de que la temperatura del planeta traspase el umbral de los temidos dos grados centígrados adicionales en lo que resta de este siglo, en momentos que ya se tiene a cuestas un 0.8º,  que se calcula ha aumentado la temperatura desde la Revolución industrial. Como lo sentencia otro de los miembros del Buró del IPCC, Jean Jouzel, “el mensaje es claro. Si se logra limitar el calentamiento a 2 grados, se evitarán impactos mayores”. Y el reporte del IPCC es categórico al indicar que “sólo un cambio institucional y tecnológico importante haría que hubiera más del 50% de probabilidades de que el calentamiento global no superara ese umbral”. La resiliencia ambiental es cada vez menor y el tiempo se le agota a la comunidad internacional para actuar en consecuencia.
ENTRE LA VULNERABILIDAD Y LA CONFLICTIVIDAD
Paradojalmente Colombia al tiempo que es el país con mayor biodiversidad por kilómetro cuadrado en el mundo es el tercer país en vulnerabilidad frente al cambio climático. De allí su gran exposición a sus secuelas y estragos. Colombia, no obstante, “sólo” aporta según la Agencia Internacional de Energía (AIE) el 0.4% de los GEI y en ello influye mucho su diversificada matriz energética en la que prima la energía hídrica. Según el barómetro mundial sobre competitividad energética de los estados publicado a finales de 2012 por el Instituto Choiseul y KPMG que evaluó “la competitividad energética de 146 países a través de una combinación de criterios que mezclan calidad del ´mix´ energético, acceso a la electricidad y compatibilidad de las políticas energéticas con las problemáticas ambientales” ubicó a Colombia en la 5ª posición, apenas superada por Noruega, Canadá, Islandia y Dinamarca.
Deshielo en Glaciares
 

Empero, Colombia no se ha podido ni se podrá sustraer de los nefastos efectos del cambio climático, cuando no es el fenómeno del Niño con sus sequías es el fenómeno de la Niña con sus inundaciones, los que asolan campos y ciudades y como suele ocurrir la población vulnerable lleva la peor parte. El deshielo de sus principales glaciares es una de sus manifestaciones más dramáticas y horripilantes. Si nos atenemos a los registros del IDEAM, en los últimos 30 años se ha derretido el 57% de los glaciares y según Jorge Luis Ceballos, glaciólogo del IDEAM, “anualmente se está perdiendo entre el 3% y el 5% de su área. Y lo peor es que no podemos hacer nada para reversar ese fenómeno. El daño ya está hecho. Para que se recupere se necesitan inviernos demasiado fuertes”[2]. Germán Poveda, uno de los 259 científicos que participaron en la elaboración del más reciente Informe del IPCC, va más lejos al afirmar que “si el calentamiento global continúa bajo las condiciones que se han venido presentando nos quedaremos sin glaciares en 20 años[3].
A la vulnerabilidad frente al cambio climático por parte de Colombia se vino a sumar la conflictividad socio-ambiental. Según registros del Atlas Global de Justicia Ambiental financiado por la Unión Europea coordinado por investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental (ICTA) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Colombia figura en el primer lugar en Latinoamérica y en segundo lugar en el mundo en la clasificación por países con 72 casos de 1.000 conflictos significativos en el mundo, sólo superado por la India con 102. En la región le siguen a Colombia Brasil con 58 y Ecuador con 48.
Resulta imperativo, entonces, actuar antes de que sea demasiado tarde y ello en tres direcciones, en el de la prevención promoviendo acciones y decisiones tendientes a reducir las emisiones de GEI, la mitigación del impacto y la adaptación a la nueva realidad que nos circunda. De lo que se trata es de evitar el exacerbamiento de los factores que contribuyen mayormente al deterioro del medio ambiente y a la crispación social. Desde esta perspectiva resulta de singular importancia cuanto podamos hacer para que tengamos en Colombia un sector minero-energético responsable, comprometido con las buenas prácticas y con los más exigentes estándares internacionales y unas instituciones estatales lo suficientemente robustas, eficaces y diligentes para velar por su cumplimiento.
¿QUÉ HACER?
Son atendibles y entendibles las palabras de Youba Sokona, el otro codirector del grupo de trabajo que produjo este último informe del IPCC, cuando acota que “los políticos tienen que tomar decisiones, ellos son los pilotos, los capitanes del barco. Los científicos sólo somos los cartógrafos que hacen los mapas que puedan guiar a esos patrones, este informe tiene que hablar de las oportunidades, pero también de los riesgos y los costes para que los políticos puedan navegar con seguridad por las aguas peligrosas”[4]. En este orden de ideas, hemos considerado pertinente y oportuno expedir una Resolución[5] “por medio de la cual se adoptan los criterios de los planes de mitigación en los sectores de energía eléctrica, minería e hidrocarburos”, como una contribución al desarrollo sostenible y a la reducción del pasivo ambiental del país limitando las emisiones de GEI.
De esta manera le estamos dando desarrollo y somos el primer sector en acogerse a los lineamientos del Documento CONPES 3700 de 2011 de la Estrategia Colombiana de Desarrollo Bajo en Carbono (ECDBC). Ya la UPME por su parte había formulado el año anterior los Planes de Mitigación Sectoriales de Energía Eléctrica, hidrocarburos y Minas, en orden a reducir las emisiones de GEI frente a una línea de base de emisiones proyectadas en el corto, mediano y largo plazo. Para cada uno de los tres subsectores se establece un Plan de acción correspondiente y se dispondrán de mecanismos de medición que permitan evaluar el cumplimiento de las prescripciones y las metas. Para ello es fundamental contar con el análisis de ciclo de vida de los distintos procesos productivos y lo que es más importante, es menester incorporar el componente ambiental en los proyectos desde su concepción misma, pasando por su estructuración, diseños y hasta el cierre financiero de los mismos debe contemplarlo. 
Congreso de Colombia

Concomitante con esta medida hemos reactivado el Plan de Acción Indicativo  2010-2015 con visión al 2020 para desarrollar el Programa de Uso Racional y Eficiente de Energía (PROURE)[6] y, además, creamos recientemente la Agencia Nacional para la Eficiencia Energética a través de una alianza público-privada en procura de comprometer a todos los agentes de la cadena en el propósito de reducir la intensidad energética de los procesos productivos, así como en el esfuerzo por ahorrar y hacer un uso más eficiente de la energía, lo que a su vez contribuirá a tener un aparato productivo más competitivo. Otro paso en la dirección correcta que está a punto de darse es la sanción presidencial de la Ley “por medio de la cual se regula la integración de las energías renovables no convencionales  al Sistema Energético Nacional”, con la cual se le dará un renovado impulso a las energías alternativas, de preferencia a aquellas renovables y limpias.
Santa Cruz de Tenerife - España - Una de las más contaminadas
Un aporte concreto y muy importante que ya se vislumbra de lo que puede hacerse para limitar las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera es el aprovechamiento del gas metano asociado a los mantos de carbón, más conocido como CBM. Al extraer el carbón se libera el gas metano que se encuentra atrapado entre sus intersticios y contamina el medio ambiente; ahora, dejará de contaminar la atmósfera para convertirse en otra fuente primaria que vendrá a diversificar nuestra matriz energética. Una vez que se destraben los desacuerdos entre las empresas Drumond y El Cerrejón y se adjudiquen los primeros 8 bloques ofertados por la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) en la Ronda 2014 su explotación en Colombia será una nueva realidad. Ello habrá de redundar, también, en la reducción de las emisiones de GEI en Colombia.

Medellín, mayo, 4 de 2014 

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